jueves, 13 de noviembre de 2014

EL MAR DE LAS MIRADAS

     Espuma de mar salpicaba los adornos de la casa. Y era normal, al transcurrir el verano siempre subía la marea.
     Como la gente abandonó la ciudad, solo, desde la ventana, él miraba al agua ir y venir.

     Lejos de allí, los demás, con sus ilusiones. Ahora, qué gran intimidad la suya...

     Tan grande que podía mirar a los muertos.

     Y fue así que llegó hasta su madre.
     El sarcófago poco a poco había sido pintado por el vuelo de los pájaros y no se notaba espacio vacío. Las aves dieron una segunda mano a la caja, se marcharon despacio para conformar, luego, en la noche, el parpadeo de las estrellas.

     Solo en la ciudad. Las olas continúan vistiendo trajes de espuma a las cosas. Delante del océano, cree que ha llegado el tiempo de soñar, y con delicadeza apoya la mejilla sobre el largo azul.