miércoles, 24 de septiembre de 2014

VANGUARDIA

    Hacía mucho tiempo que sobre la mesita de centro reposaba la taza que contiene cien años. La presión de unos dedos arruga un poco el recipiente… Más tarde, está ajado por completo.

     Desde la esquina, una persona desnuda observa la taza que ya dejó en paz… Su piel se halla removida por el esfuerzo.



     Todo, es el reflejo del cuadro que dejó de pintar.



     Para conseguir, el presente.